domingo, 11 de septiembre de 2022

No tan deprisa


 Contra todo pronóstico, el mes de agosto estaba terminando. Era viernes, y los viernes de agosto ya se sabe, está prohibido dormir. 


Y en esas estaba, de fiesta, ligeramente pasado de alcohol y escuchando- "Tití me preguntó" por decimoquinta vez en esa noche.


Como ya sabéis, la suma exagerada de alcohol y falta de luz, reduce a la mayoría de personas a lo más básico, a lo instintivo, a lo animal. 


Hay gente que folla en la playa, gente que se mea encima y gente que se pelea dando ladridos. Evidentemente yo no era mejor que esa gente, ni tampoco una excepción, pero esa noche no estaba por la labor.


Por desgracia o por fortuna, el alcohol me produce unas lagunas que hacen que olvide el 70% del tiempo que paso de fiesta.  


Y estaba cansado de recordar cada mañana que no recordaba nada. Así que esa noche decidí que iba a ser más comedido. Bastaba con rechazar los 7 chupitos de licor café que cada noche mi nutrido grupo de amigos insistían en meterse entre pecho y espalda. 


-Tío, son las últimas noches de verano, que más te da

-Estoy bebiendo igual que tú, y mañana es sábado, dejo los chupitos para mañana

-Bueno


Soy extremadamente fácil de convencer si la idea es mala, y esta era malísima, pero por suerte no insistieron mucho, así que pude quedarme un rato tranquilo junto a mi cerveza 1906.


-Acompáñame a fumar, no me rechazarás también un cigarro ¿no?

-Eres un hijo de puta


Realmente no me gusta fumar, y además, tampoco se. Pero es cierto que estando de fiesta y mezclándolo con alcohol, me produce un leve mareo que hace que potencie los efectos de todo lo que he bebido hasta ese momento. 


Mientras hacía el ridículo apurando el cigarro, un amigo en forma de Celestino, se cruzó en mi camino


-¿Sabes, tío? tengo una amiga muy guapa, quiere que te la presente 

-Sea guapa o no, si eres tú el que me la presenta, me casaré con ella


Me encanta decir chorradas, tengo unos reflejos rapidísimos para ello


-Genial, es esa chica de allí

-¿La de oscuro con el colgantito color plata? 

-Si


Estaba a unos 10 metros, me miraba desde lejos con unos enormes ojos verdes y, francamente, tampoco parecía muy contenta de verme.


-¿Seguro que es esa de ahí? no la he visto en mi vida

-Pues vive aquí


Noté que el cigarro que acababa de fumar empezaba a producirme el efecto que buscaba, así que me dirigí hacia ella. Pensé en lo ridículo que me sentía mientras me iba acercando sin saber bien que decir (¿Qué se dice realmente en estas situaciones?)  




-Eh, hola, me ha dicho mi amigo que...

-Si, ¿luego vas a seguir de fiesta en la discoteca?

-Si, claro

-Toma mi instagram, luego nos vemos

-De acuerdo


Tras esto, se dejó perder entre la gente, con la seguridad de que yo la seguía con la mirada hasta verla desaparecer.


Tenía unos labios gruesos y un acento dulcísimo que contrastaba con su gesto directo, casi hasta duro, esa actitud la dotaba de una sensualidad que ella sabía, era condenadamente guapa. 


Pensé que era hora de cambiar la cerveza por el ron, y los cigarros comenzaron a multiplicarse. No se exactamente cuanto tiempo pasó hasta que mis ebrios amigos y yo acudimos a la discoteca, evidentemente, yo estaba deseando.  


Había muchísima gente, sonaba por decimosexta vez "Tití me preguntó" y yo quería responder a Tití. Era imposible encontrar a nadie allí dentro, pero me lo tomé con calma, aún era pronto, así que salí a la terraza a fumarme el enésimo cigarro con el fumador de turno, pero tuvo sus consecuencias:


-Tío, tengo la boca sequísima

-¿Quieres un poco de mi cubata?

-No, necesito algo más suave, quizá una cerveza

-Pues ve por ella, mamón


Estaba esperando a que me atendiesen en la barra, cuando de pronto, bajando las escaleras, ella hizo su entrada triunfal. No podía ser de otra forma, hubiese sido muy fácil verla entre el mogollón de la gente, o verla en la cola de la discoteca, pero con esa cara, ella no podía aspirar a menos que a descender de las alturas, de la discoteca, del cielo, o de lo que hostias sea.


-Salgamos a hablar

-Joder, salgamos


   



Nos sentamos algo apartados del resto de la gente, de pronto sentí que tenía la boca muy seca y la lengua tan áspera como la de un gato. En un estado normal, hubiera reaccionado explicándole la situación y yendo dentro a beber agua, cerveza, o lo que fuera, pero sin embargo, todo lo que hice fue taparme la boca. Me negaba a besarla en unas condiciones tan lamentables.

Lógicamente esto la desconcertó, ¿Con que clase de subnormal estaba hablando esta chica?

De pronto, un borracho espontáneo que llevaba un rato observándonos entró en escena

-Joder, ¿pero cuándo os vais a besar? ¿No os habéis besado todavía? Sois guapísimos los dos

-Vaya, gracias, si, estábamos en ello (dije con una medio sonrisa)

-Venga, es que tenéis que hacerlo, ¡miraos que guapos!

Era como si aquel hombre quisiera que nos besáramos delante de él, no sabía si era un cumplido, una petición, un ruego, o una orden. Por suerte, al igual que en toda la noche, ella llevó la iniciativa.

-Mira, vamos a tomarnos una cerveza dentro y después salimos

-Que cabecita tienes


La cerveza hizo que al fin volviese a tener saliva, me sentía mucho mejor. Finalmente, me quité la mano de la boca, dije cuatro chorradas y nos besamos. 

El beso hizo que se me soltara la lengua, hablamos de todo con más tranquilidad, y claro, quería preguntarle una cosa


-Oye, ¿Qué has pensado de que tuviese la mano en la boca todo este tiempo?

-Realmente pensaba que quizá te cantaba el aliento o que tenías un diente torcido, yo que sé

Tras esta confesión tan jodida, el portero de la discoteca empezó a comentar a la gente que podía ir desalojando, eran las 6 y media de la madrugada. 

Nos quedamos sentados en un banco al lado del mar. Empezó a amanecer, el cielo se desangraba en nubes color rosa. A lo lejos había otra pareja comiéndose a besos, nos recordó que a esas horas no hay más que hablar. Al cabo de un rato preguntó:  

-¿Cuándo te vas?

-El lunes que viene


Noté un pequeño gesto de decepción en su mirada, que quizá llevase implícito una ligera pena por tan pronta partida, que quizá iba a estornudar, o que quizá tras tantas horas de fiesta nuestras caras se habían convertido en las de unos Superjunkies.

-Me voy, pero vuelvo muy pronto, si quieres cuando vuelva, te aviso

-Pues me encantaría, así que avísame y nos vemos.

Ya era de día, el verano había empezado justo a tiempo para terminar.