jueves, 9 de junio de 2022

Flechazo

 





Corría el año 2018, eran las fiestas del pueblo de al lado, hacía mucho calor y la noche parecía que no iba a llegar nunca, así que mientras llegaba, un amigo y yo, fuimos a un zulo que teníamos alquilado con el fin de perjudicar nuestra salud física a costa de mejorar la salud mental.

Así que ahí estábamos, a las 20:00 bebiendo cerveza a la luz del Fifa 15.

-        -  El que gane este partido gana todas

-        -  El que gane este partido gana todas y además esta noche folla

-         - Bueno, vale

No recuerdo quien de los 2 ganó el partido, ya que repetíamos predicciones así absolutamente todas las semanas antes de salir de fiesta. Por absurdo que pueda parecer, el Fifa 15 era nuestro baremo de moral y bola de cristal para averiguar lo que estaba por llegar, quizá nunca acertaba, pero nosotros le teníamos una fe ciega, y si acertaba una única vez, valía por las 100 que fallaba.

-          -¿Tío, como vamos a llegar hasta allí? Nadie quiere llevar el coche porque nadie quiere dejar de beber

-          -Tendremos que pillar el bus, mi príncipe

-          -Bueno, tú que has ido tantas veces, sabrás que bus es ¿no?

-         - Dudo entre el 1 o el 2, pero estoy casi seguro de que es el 2

Era el 1. Por suerte nos habían dado las 23:00 de la noche bebiendo cerveza y ambos notábamos una exaltación de la amistad tan grande que ninguna equivocación de autobús conseguiría echar por tierra.

El bus nos había dejado a unos 2 kilómetros de las fiestas, pero nos vino hasta bien, hacia calor y aprovechamos para seguir bebiendo todo el camino, esta vez calimocho.

-          -Quizá después de verano deberíamos apuntarnos a boxeo, dicen que los deportes de contacto ensanchan y fortalecen

-          -No es mala idea, siempre he sido un gran admirador de Rocky Balboa

-         - Seguro que convencemos a alguien más, además, cada vez hay más gentuza, hay que saber defenderse

No le faltaba razón al bueno de mi amigo, de cualquier modo, ya entrábamos en la fase en la que no se debe tener demasiado en cuenta las cosas que se dicen.

Finalmente recorrimos los 2km de distancia que había hasta la fiesta, llenos de moral, amor, ilusión y alcohol a partes iguales.

Ya era tarde para acudir al botellón, pero pronto para ir a la verbena, así que decidimos beber lo poco que nos quedaba tranquilamente en un banco.

-      -    Ey, mira a esa ¿esta chica no va a nuestro gimnasio?

-        -  Oh si, es ella, pero nunca saluda, es terriblemente pasmada

Esta vez sí que saludó, habría bebido todavía más que nosotros. De golpe sabía hablar, sabía gesticular, sabía hasta ser simpática, iba rodeada de un grupo de amigas.

 

De pronto, una de ellas (la más guapa) decidió asaltar nuestra bolsa de hielos sin permiso alguno, no podía permitirlo.

-          - ¿Qué haces? ¿Cómo se piden las cosas?

-          -Ay, tío, que borde ¿no me vas a dar uno?

-          - Una hostia te voy a dar, coge los que quieras

Por unos momentos se quedó aturdida mirándome, no sabía si no le quería dar hielos, si le quería dar hielos, o si le quería dar un guantazo. Honestamente, en el estado en el que iba, no lo tenía claro ni yo.

-Que cojas los hielos que quieras, mamona.

-Ah, bueno

Es cierto que el insulto siempre me ha parecido una forma de camaradería, un cortahielos, una muestra incluso de respeto por el prójimo, pero obviamente no todo el mundo sigue este patrón de comportamiento. Yo en cambio, cuanto más te insulto, más te aprecio.

A esta chica aún no la podía apreciar, la acababa de conocer, pero me había dado ternura ver en sus ojos el temor y la duda a un posible fracaso en su intención de conseguir hielos, de ahí que la llamase “mamona”.

Finalmente cogió un par de hielos y tanto ella como el resto de sus amigas (incluida nuestra amiga la del gimnasio, que había aprendido a hablar recientemente) decidieron ir a la verbena con el resto de gente.

-         - Bueno tío, vamos a la música, aquí ya no queda nadie

-        -  Vámonos, mi dulce Lord.

Estaba todo el mundo allí: Amigos del colegio, amigos del fútbol, familiares, exnovias, novias, tatarabuelos… todos.

Hicimos panda con un mezcla de todos ellos, espoleados por la música y el alcohol decidimos ir a beber más, esta vez cerveza.

 Es curioso, pero tras llevar unas 5 horas bebiendo alcohol de todo tipo, mirábamos aterrorizados a todo aquel que bebía copas con Ron, Güisqui o Ginebra…

-Tío, no saben el daño que el destilado hace a sus cuerpos

-Es absolutamente trágico, por cierto, necesito ir a mear, no te muevas de aquí

-Dabuten

Mientras me dirigía a una cuesta llena de vegetación para cambiar el agua al canario, me daba cuenta de que llevaba horas sin vaciar la vejiga, yo tenía la vejiga más grande de todos los tiempos, y aún así no era capaz de mear con alguien cerca. Padezco lo que popularmente se denomina “vejiga tímida” así que aún tuve que recorrer algo de distancia hasta que me vi bien aislado.

Una vez bien ubicado, inicié mi habitual ritual de concentración que practicaba cada vez que necesitaba orinar borracho. Consistía en imitar a Cristiano Ronaldo antes de un lanzamiento de falta. Daba 4 pasitos hacia atrás, separaba ligeramente las piernas, inspiraba profundamente y… ¡voilá! Golazo por la escuadra.

-En Madeira saben cosas que aquí no (me repetía convencido en voz alta)

Pero cuando estaba a punto de terminar, noté que algo se movía entre la vegetación que generosamente estaba regando, traté de enfocar la vista todo lo que pude aún con la regadera en mis manos

-OH CRISTO, LA HOSTIA

Acababa de darme cuenta de que llevaba unos 10 segundos meando a una pareja que se lo estaba haciendo tras las plantas y que debía estar drogada, borracha o muerta de miedo ante el numerito que estaban presenciando. Salí corriendo aterrorizado hasta el punto donde me esperaba mi amigo.

-TÍO, VÁMONOS DE AQUÍ, ACABO DE MEAR A UNA PAREJA DE TORTOLITOS

- ¡JAJAJAJ PERO QUE DICES!

-CORRE, CABRONAZO, IMAGINA QUE LLAMAN A LA POLI

Por algún motivo (probablemente fruto del alcohol) estaba convencido de que en cualquier momento la policía iba a venir a por mi y me iba a detener.

-Bebe esto, anda, aún tienes tu cerveza entera -me dijo mi amigo-

Mientras bebía del vaso, notaba como me temblaba el pulso, no ya por el miedo que había pasado, sino por el carrerón que me había pegado cuesta arriba.

Estaba tan agitado, que no podía dejar de mirar a todo el mundo con miedo a que se enterasen de mi riego y fuese linchado por la parejita y los amigos de la parejita.

Cuando quise darme cuenta, quedé suspendido en el aire.

Debí coordinar mal la actividad de caminar, con mirar el vaso, con mirar a todo el mundo, con respirar y tropecé con mis propios pies.

-        -  ¡¡AJFHUHE!!

Acerté a decir al aterrizar al suelo.

De pronto mi colega, con una expresión entre asombro, risa y repugnancia hizo su particular parte de la situación:

-         - Menudo hostiazo te has pegado de cara, y no se te ha caído ni gota de cerveza, es acojonante, eres una especie de monstruo sagrado.  

Realmente lo era, mi suerte empezaba a cambiar, al levantarme del suelo supe que la policía ya no podría venir a por alguien que acabase de realizar una actuación tan memorable, celebré eufórico tamaña gesta haciendo un bailecito con el que conseguí tirar entera la cerveza que con tanto sacrificio había conseguido salvar unos segundos antes.

En ese momento y sujetando el vaso ya vacío de cerveza miré a los ojos fijamente a mi amigo, él me devolvió la mirada sabiendo que estaba en estado de gracia y que en ese momento ya nada podría pararme, e imitando lo mejor que pude la voz de Rocky Balboa le confesé:

 

-     -     Tío, no te lo vas a creer, pero cabías en la palma de mi mano, te levantaba, y le decía a tu madre “este va a ser el mejor chico del mundo”

-        -  Se acabó. Volvamos a la fiesta con el resto, subnormal

A partir de aquí no recuerdo bien las 2-3 horas siguientes, sólo recuerdo sonrisas, música y alegría. Por lo visto mi inseparable amigo fue a ver a su novia un ratito y me dejó bajo custodia de otros colegas, había uno de ellos con la mirada especialmente perdida que parecía cuidar del alcohol de todos.

-        -  Ey tío ¿qué pasa? ¿Toda esa bebida es tuya?

-        -  Ey tío

-         - ¿Estás bien? Te digo que si toda esta bebida es tuya

-          -No no, es de todos, también es tuya

-          -Oh, cojonudo, esta de aquí por ejemplo ¿es mía?

-         - Si

-          -¿Y esta?

-          -También

No supe si estaba hablando con un genio o un retrasado mental, por algún motivo este chico tardaba en responder mucho a los estímulos. No me miraba a la cara, no miraba a nadie a la cara, de pronto me di cuenta de que el destino me había dado una señal. Dios, Sabina o quien fuese, querían que esa noche aún bebiese más alcohol. Después de todo ¿quién soy yo para quitarle la razón a un chaval que aseguraba que todo eso era mío?

Bebí mucho, normalmente suelo beber lo suficiente como para sentirme bien y que luego pasen unas cuantas horas hasta volver a casa para estar fresco, pero esa noche no seguí mi modus operandi habitual.

Cuando quise darme cuenta, estaba de vuelta con mi amigo en unas casetas blancas, todo el mundo parecía estar encantado de verme, y yo estaba encantado de ver a todo el mundo, estar vivo era increíble, y no sentía más que admiración y cariño por todos los seres de la creación.

-Tío, yo creo que esa chica quiere contigo, es la de antes, la robahielos -Sentenció mi colega-

-Santo Dios, es el ser más fascinante que haya visto nunca.

Reconozco que unas horas antes y con unos cuantos litros de alcohol menos ya me pareció cleptómanamente guapa, pero ahora había ascendido a una iluminación divina, de otra dimensión, un ser superior, era melódica, muy bien proporcionada, con unos ojos vivos y una boca hecha a medida.

No había duda: El Fifa 15, Los hielos robados, ver a una pareja entre matorrales, beber más de la cuenta por obra y gracia del Genio/retrasado mental de antes… todo eran señales que desembocaban en esta chica.

Entre ella y yo había unos 10 metros, por medio había mucha gente, pero no podía fallar, esperé la señal de cruzar su mirada con la mía como el que espera un lanzamiento de penalti en el 90. Iba a ser todo o nada, pero yo sabía que no podía fallar, no esa noche, todos los astros estaban conmigo.

De pronto me miró, la miré, y empecé a caminar hacia delante como si fuese Naomi Campbell en una pasarela, como si fuese Zac Efron cantando ”Breaking free”, como si fuese Maradona escuchando el himno de Argentina contra Inglaterra, caminé y caminé, y ahí la tenía.

 

-Soy el Dios de ébano, soy Zac Efron y soy Maradona y tú ahora vas a ser mi pasarela, mi Vanessa Hudgens y mi “Mano de Dios”

- ¿Qué?

Probablemente no fue el mejor inicio, pero no importa, ella se descojonaba que era lo más importante, había pasado la primera toma de contacto (la más ridícula) y por tanto ya me otorgaba un filtro de confianza como para pasar a la siguiente fase.

 A continuación, me dispuse a hacer la prueba del algodón (no engaña), consistía en lo siguiente:

Tomaba una distancia prudencial hacia ella, lo suficientemente cerca como para que no fuese lo normal, pero lo suficientemente lejos como para que no resultase violento, la recogía el pelo detrás de las orejas, y la miraba un par de veces a su coqueta boca diseñada por Ágatha Ruiz de la Prada.

Tras todo esto, ella podría no inmutarse o hacer algún gesto que denotase incomodidad, dependiendo de lo que sucediese, seguías adelante o no.

Esta teoría es sencilla de realizar en un estado cognitivo normal. Lastimosamente después de 6 horas de fiesta y yendo más ciego que un irlandés, resultó lo siguiente:

Calculé mal la distancia y me puse bastante lejos de ella, al querer retirarle el pelo tras las orejas (teniendo que estirar el brazo del todo por la lejanía) le metí el dedo en la nariz, pero por suerte sí que pude mirarle a la boca y finalmente nos besamos.

Quizá me besó más porque terminase con mi lamentable actuación que por atracción, pero yo estaba dispuesto a demostrarle que aún podía decepcionarla más.

-Vivo a 15 minutos de aquí ¿Quieres venir conmigo?

-Venga, genial, además yo también vivo cerca, así puedo irme después

-Tranqui, después yo te acompaño hasta tu casa

 

Tras despedir brevemente a mi amigo y compañero de toda la noche, inicié la peregrinación hasta casa con mi nueva y en ese momento inseparable mujer de mi vida. Porque una cosa es cierta, y es que cuando está amaneciendo el día tras una noche de verano, y a tu lado tienes a una desconocida igual de borracha que tú, en ese momento sientes una suerte de complicidad única, sientes que puedes confiarlo todo a alguien que no conoces de nada… En esas estaba yo filosofando cuando de golpe:

- Jo, tengo muchísimo hambre

- No te preocupes mi amor, en cuanto lleguemos a casa hago unas pizzas

- Ostras, genial

Teníamos una diferencia de edad de 3 años, pero en ese paseo de vuelta a casa me sentí mucho más mayor, siempre he tenido un instinto paternal latente que en ese momento afloró y que me obligaba a decirle lo que le iba a decir:

-          -¿Sabes? Yo estoy encantado de que vengas conmigo a casa, pero no deberías hacer esto, imagina que fuese un psicópata o un perturbado

-          -Ay, Dios, pero no lo eres ¿no?

-          -Pensé que ya te habrías dado cuenta de que si

 

Realmente no sé si tendría que haber dicho eso, lo único que iba a conseguir ya a esas alturas era que no se sintiera bien, pero por algún motivo pensé que si el día de mañana ella iba a repetir algo así con alguien, que al menos se asegurase mínimamente de que el chaval estaba como mucho tan mal de la cabeza como yo. Clausuré la conversación con un piquito.

-Espero que te gusten las pizzas raras, en casa mi padre solo compra pizzas con espinacas, pasas y demás horteradas…

- Pero ¿qué dices? Si están buenísimas las espinacas

- Te vas a poner fuerte como Popeye, mi amor

Al llegar a casa era completamente de día, ella inspeccionaba con los ojos bien abiertos cada metro, parecía estar buscando algo. Era cómico de ver, sus movimientos eran pausados y exagerados, hubiese sido una gran mimo.

- Oye, pues que casa más chula tienes, majo, además vivimos al lado

- Hemos nacido el uno para el otro, ya te lo he dicho. Bueno, voy a meter esta pizza en el horno.

Se le iluminó la cara al ver como introducía la pizza en el horno, ella no podía ser más transparente, todo lo decía sin necesidad de hablar.

-          -Bueno, te falta una habitación por conocer ¿no?

-         - Estoy esperando a que me la enseñes tú

Allí fui, tras unas 8 horas de fiesta y estar pateando toda la noche, me encomendé a Dios, a Alá y a Mahoma. Traté de desempeñarme como buenamente pude, recuerdo poco, recuerdo tener que parar varias veces para ir a por agua para los dos, recuerdo estar totalmente exhausto y recuerdo que caímos dormidos.

No se cuantas horas pasaron hasta que me despertó mi angelical compañera de cama

-          -Oye, por favor, dime donde está el baño

-          -Pues claro, lo tienes al fondo a la derecha

-          -Gracias

Corrió desnuda como un jilguero, pobre, realmente era adorable, y tenía un culo para quedarse a vivir. Mientras se lo estaba mirando, enloquecí.

-        -  ¡¡¡¡EL HORNO, LA PIZZA!!!!

Salí corriendo, no toqué el suelo, corría hasta con los brazos.

La pizza estaba absolutamente calcinada, pero milagrosamente el horno estaba apagado.

-       -   ¿Lo has apagado tú? Mira que te pido matrimonio ya

-         - Yo no me he movido de la cama

-        -  Ostras, pues yo tampoco

A día de hoy sigue bien sin saberse como pudo apagarse el horno. Quizá lo hice yo en una de mis visitas a la cocina para reponer agua, quizá lo hizo ella y no se acordaba, o quizá realmente hubo una intervención divina.

-        -  No me hubiese importado morir en llamas tras una noche como esta, nena.

-        -  Pero, y entonces, ¿Ya no hay pizza?

Podríamos haber muerto abrasados y ella estaba triste por la pizza, inconsciente, pero conmovedor, tenía una habilidad para levantar ternura en mí.

-        -  No voy a dejar que pases hambre, ahora mismo meto otra, yo te cuido.

-        -  Ya es muy tarde, casi la hora de comer, será mejor que me acompañes a casa

-         - Pues claro, carita guapa

-         - Dame tu Instagram o algo ¿no?

-          -No tengo Instagram

-         - ¿En serio tras toda esta noche no me vas a dar ni tu Instagram?

-          -Que te prometo que no tengo, toma, te doy mi Whatsapp

-          -Bueno, vale

Al salir a la calle hacía treinta y tantos grados… pero me daba igual, estaba exultante. Subimos ligeramente una cuesta y me dijo

-Ya no me acompañes más, vivo justo ahí, y les he dicho a mis padres que he ido a dormir con una amiga

- Claro, como quieras

Nos dimos un beso y se fue casi a trote, observé por última vez su respingón culo y me dirigí de vuelta al hogar.

Al llegar a casa vi que se había olvidado los pendientes

Los puse entre mis manos, me tumbé en la cama, y la escribí:

-Se te ha olvidado esto, quizá debamos volver a vernos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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