jueves, 1 de febrero de 2024

Otra mañana en la oficina

 


¿Qué fue lo que más echó de menos al ingresar en los benedictinos con 26 años?

-No poder ver a mi madre

Ferrán, monje de la orden benedictina del Monasterio de San Pedro de Cardeña (Burgos)

 

Decía Paco Umbral que Madrid es en sí mismo un género literario, yo voy un poco más allá, creo que Barajas es en sí mismo un género literario.

Y allí estaba una vez más, en este caso en los mostradores de Etihad Airlines, con un cartelito de los viajes de la Comunidad de Madrid, o mejor dicho, de ViajaFaCyL (su análogo Castellano y Leonés)

Estaba esperando a los pasajeros que vendrían en los autobuses que tenían que llegar desde diferentes puntos de la comunidad (Burgos, Aranda de Duero, Segovia, León, Valladolid…) Eran tan sólo las 6 y media de la mañana, pero Barajas no duerme, el ritmo era infernal, y yo ya me había tomado dos cafés acompañados por la hamburguesa de 1€ (1,10€ en aeropuerto) del McDonalds de la T4.

- “¡Hola, buenos días! ¿Viaja usted con ViajaFaCyL?”

- “Ojalá, yo viajo con mi mujer”

- “Disculpe las molestias, caballero”

- “No, si no es culpa tuya”

El protocolo marcado por las agencias exige estar siempre como mínimo con 3 horas de antelación en los aeropuertos cuando el viaje es fuera de Europa, pero cuando el viaje es a destinos más exóticos, como en este caso (India), las agencias recomiendan estar con 3 horas y media de antelación. Quedaban apenas 3 horas y cuarto y allí no se había presentado aún nadie.

De pronto, al fondo, veía como subían desde la cinta transportadora una marabunta de sexagenarios enloquecidos y sudorosos que venían a la carrera con sus maletas.

- “Hola, eres Miguel Ángel, ¿verdad?, no te imaginas que completo inútil era nuestro conductor, nos ha dejado en otra terminal, ay dios mío que no llegamos, tengo aquí ya el visado y mi mujer ahora viene del baño y…”

-“No se apure, primero de todo, vamos a hacer fila en estos mostradores con el resto del grupo, tengan a mano el pasaporte y el visado, yo me quedo con ustedes y con la compañera de la aerolínea para que nos den a todos la tarjeta de embarque y luego ir al control de seguridad, y segundo, soy tan sólo Miguel”

- “Pero eres un ángel, hijo”

La gente en los aeropuertos suele llevar una mezcla de nervios, ilusión, miedo, irritabilidad y euforia que normalmente va siempre a más cuando se viaja en grupo, y ahí estoy yo, preso de su ciclogénesis explosiva.

- “¿MIGUEL, CON ESTE PAPEL YA VALE? ¿ESTO ES EL VISADO?”

Realmente era la primera vez que viajaba a la India, el único visado que había visto era el mío, y he de decir que en mi grupo había como 5 modelos diferentes, no tenía ni idea de cual era el correcto, pero tenía claro que ese marrón no me lo iba a comer mientras hacíamos fila india (nunca mejor dicho) en zigzag delante de un mostrador.

- “Señores, todos los pasaportes que me están enseñando son perfectamente válidos, tengan paciencia, vamos con tiempo de sobra y ahora nos van a dar las tarjetas de embarque”

Cuando existen tantas cosas que no dependen de ti (que nadie se haya olvidado la documentación, que las agencias hayan hecho bien los visados del grupo, que no haya overbooking en los aviones, que nadie se pierda en una escala en un país en el culo del mundo…etc) empiezas a relativizar todo, realmente templa mucho ser consciente de que el azar, o Jesús, o en este caso Shiva, tiene que ayudarte, de lo contrario, estás bien jodido, da igual que no sea culpa tuya, si una persona se pierde a medio camino porque ha querido comprar un recuerdo en la escala de Abu Dabi, estás bien jodido.

De pronto, me habló un trabajador de la aerolínea.

- “Disculpa, ¿eres el guía? Estos dos señores no tienen bien hecho el visado, tienen que llamar a su agencia y pedir este número de referencia que tienen los demás pasaportes, ¿lo ves?, que vayan pasando los demás y en un rato lo intentamos de nuevo”

Era un matrimonio bastante joven (para lo que acostumbro a llevar) no creo que tuviesen más de 55 años, la mujer estaba hecha un manojo de nervios y el marido no paraba de llamar al número de emergencia de la agencia mientras empezaba a brillarle la frente como claro síntoma de sudor.

Siempre he compadecido mucho a las personas sudorosas, yo desde crío he sufrido en mis carnes las incomodidades de acalorarme rápidamente con cualquier tontería, y con los años ha ido todavía a peor. No iba a permitir dejar en tierra a uno de los míos.

- “Aún queda mucho tiempo, no se preocupen, ustedes llamen al número de emergencia de su agencia y yo llamo a la mayorista, de aquí no me muevo yo hasta que ustedes tengan su tarjeta de embarque”

No me oyeron, les tenía a escaso medio metro y no oían, no razonaban, tan sólo el marido sostenía el teléfono y ella miraba a todos los lados a la vez.

- “OIGAN, LES DIGO QUE…”

- “¡¡LO TENEMOS, YA LO TENEMOS!!”

Daban saltos de alegría, en 2 minutos habían pasado del llanto al éxtasis, se abrazaban, les dije que si querían los podía acompañar a una copistería del aeropuerto para que imprimiesen el visado.

Hicieron caso omiso, se fueron por su cuenta, desistí. Dije al resto del grupo que fuese pasando al control de seguridad, yo esperaría a que llegasen estos dos tortolitos de la copistería o del lugar a donde hubiesen ido, todos nos veríamos en la puerta de embarque.

miércoles, 16 de noviembre de 2022

Memorias de Armenia II

 

Amaneció en Ereván, es el momento de bajar a desayunar al comedor del hotel.

Nada más entrar en el comedor, y aún sin tener tiempo ni de servirme el café, me abordan unos cuantos clientes.

-          -¡Buenos días, Miguel! ¿Qué tal descansaste?

-          -Buenos días equipo, bien, ¿y vosotros?

-          -Bien, ya sabes, en 20 minutos nos vemos en la puerta del hotel

 

Evidentemente que lo sé, yo acordé esa hora con Naira. Por cierto, ¿qué tal habrá descansado ese angelito?

Ella, al contrario que yo, no duerme con el grupo en el hotel, ya que vive a pocos kilómetros con su familia.

-Con su hijo y su marido- me repetía en voz baja, casi como si aún no pudiera creer su verdadera edad.

Los 20 minutos del desayuno pasaron entre una especie de buñuelo armenio, queso, e interrupciones constantes de los clientes.

Es curioso como a partir de cierta edad, te importa 3 cojones todo lo que dices. Por lo general, la gente de más de 60 años decía lo primero que se le pasaba por la cabeza.

-  Miguel, no me gusta el desayuno

-  Miguel, ¿me da tiempo a subir a lavarme los dientes?

-  Miguel, tengo diarrea

Finalmente, y tras atender con más o menos éxito a todas las peticiones, me dirigí a la entrada del hotel, allí esperaban puntuales dentro del autobús Naira y Ludo.

-         - ¡Bariluis, Miguel!

-         - ¡Bariluis, compañeros!

Como ya podéis imaginar por el contexto, “bariluis” significa “buenos días” en armenio, no me digáis que no suena a broma.

Hago el recuento pertinente dentro del autobús, y partimos de excursión a una bodega armenia, ubicada muy cerquita de la frontera con Irán.

De pronto, me doy cuenta de que detrás del asiento de Naira, e inmediatamente a mi derecha, se han ubicado Victoriano y su pareja.

Victoriano es un cliente de unos 65 años, robusto, 1,80cm, con el pelo cano ligeramente ondulado repeinado hacia atrás, el cual le da un aspecto de actor italiano. Victoriano es cómico, cantarín y viajado. Victoriano es mi ojito derecho en este viaje. Su pareja, más discreta, es una señora encantadora algo más joven, de pelo rubio y media altura que no para de reír ante el tremendo personaje que tiene por… ¿marido? No sé, no se me ocurre preguntar qué tipo de relación tienen.

 

 

- Pero Victoriano, que alegría tenerle tan cerquita de los guías

- Tú calladito, que entre el pendiente que me llevas y el tinte de la otra, parecéis “El príncipe gitano y la rumana” menuda historia para Netflix. Además, no me trates de usted.

- JAJAJAJ, pero Victoriano, no soy Rumana, soy Armenia- Responde Naira

-Lo mismo da.

Se me caían las lágrimas de la risa. La poca delicadeza en su humor, y su semblante serio al hablar, me causaban carcajadas de varios minutos.

De pronto, Victoriano saca unas gafas de sol que le dan (aún) un aspecto más cómico y empieza a canturrear en bajito:

-          -…A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar…

Naira me mira entre sonriente y sorprendida.

-          -No te preocupes Naira, él es así, no le tomes en serio, siempre está de broma, pero es el mejor de todos los pasajeros.

-          -No pasa nada Miguel, va a ser muy divertido tenerle tan cerca de nosotros

Mientras empezábamos a salir de la ciudad, en el autobús solo se escuchaba a Victoriano muy bajito seguir canturreando con voz gravísima:

-         - … Galopa jinete del pueblo, que la tierra es tuya….

El ambiente del grupo era muy bueno, pero contrastaba con la situación política del país. Al este, Armenia tenía su frontera con Azerbaiyán, y llevaban varios años de conflicto bélico entre ambos países, que luchaban por el dominio de Nagorno Karabaj (Región que siempre fue Armenia, pero que le expropiaron durante su época soviética a favor de Azerbaiyán). En los últimos años, se había decretado un “alto el fuego” que, por desgracia, terminó pocos días antes de nuestra llegada a Armenia.

Además, no paraban de llegar miles de familias procedentes de Rusia, huyendo del temor a ser obligados a luchar en su guerra contra Ucrania. Por si esto fuera poco, la tensión con Turquía era enorme, dadas sus diferencias ancestrales por lo que fue el famoso “Genocidio Armenio” perpetrado por la misma Turquía.

-          -Naira, con toda la que está cayendo, ¿cómo puedes estar tan tranquila?

-          -Por desgracia, nuestro país lleva siendo varias décadas vapuleado por unos o por otros. La cabeza se acostumbra a absolutamente todo, y quiero pensar, que si tras tanta desgracia, sigue existiendo armenia, es porque nos espera algo bueno.

-        -  Estoy seguro de que así será Naira.

Me conmovía profundamente ver la entereza con la que hablaba, me la imaginaba pasando una vida de temores, siempre pendiente del siguiente conflicto armado, y, sin embargo, eso la había hecho fuerte, ella veía desde pequeña (como yo estaba viendo en ese momento) vallas publicitarias en su ciudad ensalzando al ejército armenio, en un ambiente siempre bélico, pero sin renunciar nunca a sus pequeños momentos de paz. La hora de comer, llevar a su hijo al colegio, y, sobre todo, su tremenda fe en que las cosas saldrían bien.

 

-          -Miguel, me has dicho que te gusta la literatura, quiero leerte este poema de uno de nuestros más célebres escritores: “William Saroyán” dice así:

 

“Me gustaría saber si existe en la tierra algún poder capaz de destruir esta raza, esta pequeña comunidad de gente insignificante, cuya historia ha llegado a su fin. Que tuvo numerosas batallas perdidas, cuyas estructuras se han desmoronado, cuya literatura no es digna de ser leída, ni su música de ser oída, y cuyos ruegos, no han sido contestados.

¡Adelante, continúen aniquilando esta raza!

¡Destruyan Armenia! ¡Miren si pueden hacerlo!

¡Sáquenlos de sus casas y envíenlos al desierto!

¡Déjenlos sin comida!

Quemen sus casas e iglesias, pero luego, miren si no son capaces de volver a reír.

Vean si no vuelven a cantar o a rezar.

Y cuando dos de ellos se encuentren, en cualquier lugar del mundo, vean si no vuelven a crear una nueva Armenia”

 

Mientras ella leía cada verso, yo veía en su tono, en su gesto, en su mirada, un atisbo de enorme valentía, de enorme entereza, de dignidad en las derrotas de su pueblo. Veía serenidad, veía ternura por su país, no veía venganza de ningún tipo. Estaba en Armenia, a 4mil km de España, escuchando a ese pequeño ángel. Fue una lección, una lección que tuve la suerte de escuchar con gafas de sol, porque me conmovió hasta las trancas, quedé impactado, torcí el gesto unos segundos, y me recompuse rápidamente para decir:

-         - No es Lorca, pero no está mal, en serio, es precioso

-          -Gracias, es un poco, en resumen, el sentir de todos los armenios

El autobús finalmente hizo su primera parada. Era el enésimo monasterio que teníamos fijado en ruta antes de la bodega

-       -   Estoy hasta los cojones de tantas iglesias, yo quiero ir con mi mamá- Me sugirió Victoriano

-          -Yo también quiero ir con tu mamá

-          -Pues no te pases o te mando con ella bajo tierra, príncipe gitano

Victoriano y yo nos pasábamos el día hablando con retranca, fue un lujo compartir tantos momentos con él. Recuerdo que una vez, estando en mitad de la nada, se nos averió el bus, y no me quedo más remedio que decir por el micrófono:

-          -Señores, tenemos que bajar del transporte, en un rato vendrá otro a buscarnos, este se ha estropeado. ¿Tienen alguna duda?

Se hizo el silencio unos segundos, de pronto, Victoriano levantó la mano con una terrible mueca de disgusto, al borde del llanto, y dijo con la cara llena de pucheros:

-         - ¿Vamos a morir?

La mañana pasó, y con ella, la excursión al monasterio. A continuación, fuimos a comer a un precioso restaurante ubicado en la montaña, Naira como siempre, se encargó de tomar la comanda de todo nuestro grupo, mientras le preguntaban:

-         - ¿Aquí ponen la cerveza fría?

-          -¿Luego que vamos a hacer?

-          -¿Está fresquita la coca-cola?

-          -Pero que guapa eres, ¿tienes noviete?

Ella tenía muchísima paciencia, se notaba que llevaba varios años trabajando en esto. Jamás tuvo un mal gesto, jamás perdió la sonrisa, aunque tanto a mí, como a Ludo, nos apenaba mucho verla acribillada con tanta pregunta chorra. Yo insistía todos los días en ayudarla, pero jamás hubo forma de convencerla. Finalmente, y tras acabar con el grupo, se sentó a comer con nosotros.

-         - Ay, Miguel, ¿te acordarás de Armenia cuando vuelvas a España?

-          -No sabes hasta que punto, quizá, hasta escriba algo

-          -Jajajaja, te voy a echar de menos, ojalá aquí las cosas no empeoren

-          -Yo también te echaré de menos Naira, si algún día vienes a España, ya sabes que allí tienes un amigo.

-          -Si entrásemos en guerra, mi marido dice que se quedaría aquí combatiendo, y yo querría combatir junto a él… pero me dice que me vaya, que ni loca…

-        -  Entiendo lo que quieres decir, pero él lleva razón, tienes que mirar también por ti y por tu hijo…

-          -Es cierto, pero ¿dónde podría ir?

-          -Pues a España Naira, si hablas el idioma mejor que la mitad de la población

-          -¿De verdad crees que podría?

-          -Con los conocimientos que tienes, lo apañada que eres, y lo que vales, claro que podrías, estoy convencido

Mis explicaciones no parecieron convencerla, se quedó mirando apenada su pequeña botella de agua, que era pequeña como ella, como Armenia, como su hijo…

-          -Rumana, Gitano, ya he terminado de comer, ¿dónde puedo ir ahora a dormir la siesta? - Nos interrumpió Victoriano-

 

lunes, 14 de noviembre de 2022

Memorias de Armenia

 

En las noches de ahogo, miro atrás y me acuso.

Y es que, en estos tiempos, en algunos aspectos de la vida, la ignorancia es un síntoma de sabiduría, pero, por el contrario, el silencio nos hace cómplices de muchas injusticias.

En esas estaba yo, vigilando desde la retaguardia a mi grupo de 40 turistas, observando como cruzábamos el puente que divide la frontera entre Georgia y Armenia, en una especie de improvisada marcha fúnebre que tenía como banda sonora el llanto de un niño pequeño, que lloraba desconsolado seguramente intimidado por los trámites burocráticos fronterizos, por las altas temperaturas, o por el tenso silencio que acompañaba este lugar tan inhóspito.

-          -Señores, al otro lado de la frontera nos espera Naira, nuestra guía local en Armenia, ella estará con un cartel de nuestra compañía, tengan a mano su pasaporte, y caminen lo más juntos posible.

Una de las prioridades que tengo siempre con el grupo es, que vaya lo más unido posible, puesto que está compuesto por personas de la 3ª edad. En su mayoría son personas muy viajadas, y de buena salud, pero sucede habitualmente, que también se encuentren personas de movilidad reducida, y por eso yo vigilo siempre desde atrás e insisto en llevar un ritmo más o menos parecido, adaptado también a las personas más lentas para evitar rezagados.

El día antes de viajar a Armenia, ya había hablado con Naira por Whatsapp con el fin de aclarar algunas dudas sobre los trámites necesarios para llegar a su país, y de paso, informarle de la hora a la que llegaríamos. Primeramente, me llamó mucho la atención su forma de escribir. Escribía en un perfecto castellano: Usaba tildes, escribía el imperativo correctamente, y puntualizaba todas sus frases con tremenda habilidad. Además, por su foto, era bastante joven, algo nada habitual en todos los guías con los que me había cruzado hasta entonces.

Finalmente, llegamos al puesto fronterizo Armenio, pasamos el control de pasaportes y reuní a todo mi grupo.

De pronto, del bullicio generado por mi grupo de 40 personas, surge la voz de lo que en un principio me pareció una niña pequeña.

- ¡¡Bienvenidos a Armenia!! Vayan todos al autobús, está nada más salir.

- Hola, eres Naira ¿verdad? Yo soy Miguel

Evidentemente que era ella, el único problema, es que en su foto de Whatsapp lucía una melena negra azabache, y en persona resultó ser rubia platino, además, parecía aún más joven que en foto.  

-        -  ¡Hola Miguel! Si, soy yo, tienes razón, debería actualizar mi foto. ¿Cómo estás?

-        -  Divinamente Naira, estamos todos muy contentos de estar en tu país.

Nos estrechamos la mano, después de todo, ella iba a ser mi compañera de trabajo durante los siguientes 4 días. Darse 2 besos en España hubiese sido lo normal, pero en Armenia hubiera resultado absolutamente innecesario. Desde el principio ella sonreía de oreja a oreja, noté rápidamente como se hacía con todo el grupo, y también conmigo.

Como comentaba, Naira luce una melena rubia, tiene los ojos color miel, un cutis de bebé, medirá aproximadamente 1,55cm y habla con dulzura y resolución. Me gusta el contraste que tiene entre su escaso tamaño y lo apañada que es.

Nuestra primera visita con Naira es a los Monasterios más cercanos, ella lo maneja todo:

Maneja el tiempo, la entonación, las explicaciones, no deja de sonreír ni un minuto, establece conmigo los tiempos de descanso y finalmente, tras hora y media de visita, nos lleva de vuelta al autobús para ir al restaurante establecido en ruta.

Reconozco que, tras contemplar esa exhibición, ese derroche de habilidades en alguien tan cercano a mi edad, me sentí un poco intimidado, su función y la mía, aunque ambos como guías, eran totalmente diferentes, pero tuve algo de vértigo pensando en que mi trabajo, debía estar a la altura del de esa diminuta armenia.

Finalmente llegamos a un bonito restaurante ubicado en las verdes montañas armenias aún fronterizas con Georgia.

Me apresuro a darle toda la información referente al grupo del que nos encargamos.

-        -  Naira, ella es Ingrid, no puede comer pescado. Él es Victoriano, pedirá cerveza en cada comida, él es…

-        -  No te preocupes Miguel, yo iré apuntando uno a uno todas las peculiaridades del grupo

-         - ¿Sabes decir peculiaridades? ¿Pero eres de Ereván o de Valladolid?

-        -  Jajajaj, siéntate con el chófer en la mesita de la esquina, yo en cuanto termine, iré para allá.

Eso hice, al principio traté de ayudarla con las anotaciones, pero me insistió mucho en que prefería encargarse ella sola, así que ahí estaba, en una mesita a solas con nuestro chofer armenio “Ludo”, mientras ambos observábamos como Naira atendía uno a uno a todos.

-         - Hello Ludo! Do you speak english?

-         - NO

 

Pues estamos cojonudos, Ludo. No me quedó más remedio que sacar el móvil y ojear… nada, ya que no teníamos ni cobertura, ni wifi. Finalmente, Naira se sentó a comer.

-          -¡Qué aproveche mis chicos!

-          --¡Qué aproveche Naira, Ludo!

La comida tenía una pinta exquisita, había más de 5 tipos de quesos, unas ensaladas variadas, y una especie de pisto templado.

-        -  Luego vendrá la carne, Miguel. Espero que tengas apetito.

-          -Naira, tanto el grupo, como yo, estamos muy contentos contigo, creo que mereces que te lo diga.

-          -¿Sí? Pues muchísimas gracias, Miguel, yo tengo que decir lo mismo. Por cierto ¿Cuántos años tienes?

-          -Tengo 26, supongo que más o menos como tú. ¿Me equivoco?

-         -  Jajajaj ¿lo dices en serio? Pero si tengo casi 40

 

En ese momento pensé que la pobre se estaría equivocando al traducir los números, eso, o que en Armenia cada 365 días cumplen años dos veces.

 

-          -¿Casi 40? Jajajaj, Naira, ¿estás diciendo que me sacas más de 10 años?

-          -Si Miguel, tengo un hijo de 6 años, y llevo casada 12. ¿De verdad pensabas que era de tu edad? Tengo exactamente, 37 años, de los que llevo trabajando como guía 13.

No supe bien que decir, ni que pensar. Por un lado, sentí alivio, ya que llevando tantos años trabajando, entendía que podía ser un poco más normal esa exhibición de talento, ese derroche de habilidades como guía, e irremediablemente, al liberarme de esa barrera competitiva que era tener la misma edad, sentí menos intimidación. Pero por otro, y aunque aún no era consciente, lamentaba que, de golpe y porrazo, lo que era una chica a priori de mi edad, hubiese pasado a ser toda una madre casada. Sólo ahí me di cuenta, de que, sin yo saberlo, ya me había propuesto inconscientemente poder conocerla un poco más.

No me gustaría que esto se malinterpretase. En una sociedad en la que primero se folla y luego se pregunta el nombre, es normal que cualquier tipo de atracción que se sienta por una persona, se confunda o se interprete de forma errónea. Atracción sexual sentía por mil chicas, no me parecía algo meritorio, ni algo a destacar, para mí, como para muchas otras personas, el sexo estaba desvirtuado y completamente alejado del amor, y ya no del amor, incluso de la complicidad, del encandilamiento, del sentimiento de admiración. Veía en el sexo una especie de apego que me causaba desapego, una competición en la que alardear quien era más gilipollas, un desahogo instintivo. Evidentemente existían contadas ocasiones en las que sexo y amor eran uno, pero lo dicho, contadas ocasiones.

Y yo en ese momento por Naira, no sentía amor, ni atracción sexual, pero quería saber todo sobre ella. 6 horas habían sido más que suficientes para querer aprenderlo todo, de golpe Armenia era el país más interesante del mundo, y ella un pequeño ángel que me guiaría a mí y a mi ejército de 40 jubilados a entender todo.

-         - Joder, ¿37 años entonces? Ya me dirás que cremas usas, porque es una locura

-         - Jajajaj yo también pensé que quizá tú tenías alguno menos

-         - Y Ludo, ¿qué edad tiene?

-         - 38

-         - Eso ya me cuadra más.

El jodido Ludo no estaba atendiendo absolutamente nada de la conversación, pero en el gesto se le veía contento, como reconfortado de estar compartiendo mesa con nosotros. Yo también estaba muy contento de existir.

-         - Bueno Naira, ahora quédate tú aquí comiendo con Rado, voy a ver que tal ha comido el grupo

-         - De acuerdo Miguel, gracias.

Había dos señoras que habían sido especialmente gruñonas durante todo el viaje, me temía lo peor a la hora de preguntarles sobre su comida, de cualquier forma, procuré ser lo más cercano posible con ellas:

-        -  Hola queridas, ¿Han comido bien?

-         - Miguel, que alegría, hemos comido de maravilla, y esa Naiara, tan atenta…

-         - Naira, se llama Naira

-         - Ah si, Naira. ¿No es encantadora? Si pudiera, le daría un beso

-         - Anda, ¡y yo!

-          -Jajajajaja, la verdad que es riquísima, ¡nos dará un gran viaje!

Todo el grupo coincidía en la amabilidad y cariño de la pequeña Naira. Todo era felicidad, les di 10 minutos para que terminasen los cafés, y nos fuimos al bus, rumbo a Ereván, la capital de Armenia.

El trayecto duraba 2 horas y media, suficientes como para que la mayoría de los pasajeros se quedasen dormidos.

Es habitual que en este tipo de viajes no se disponga de cobertura móvil ni de wifi, por ello llevo siempre a mano algún libro que me amenice el trayecto.

Pero no pude leer en esas 2 horas y media.

Naira y yo teníamos los 4 asientos delanteros para los 2, tal y como suele marcar la norma. Ella estaba a mi derecha (al otro lado del pasillo) y, por tanto, yo a su izquierda.

Por el camino me habló de Lorca, de Dalí, de Gala… no me podía creer el conocimiento que tenía de todos ellos. Hubo un momento en que tuve que disimular mi gusto por todo lo que nombraba, porque empezaba a parecer que lo que en realidad me gustaba no eran esos artistas, sino ella. Aunque vaya, empezaba a ser inevitable.

A la hora y media ya todo el autobús estaba en silencio, sólo quedábamos hablando ella y yo, ahí decidimos que quizá lo mejor era contemplar en silencio el paisaje y ver como poco a poco caía la noche, con los ronquidos de nuestros 40 protegidos.

Al poco ella cayó dormida, observé como se ladeaba de lado a lado, su respiración era tan suave y su nariz tan chata, que me tenía que fijar en su diminuta tripa para ver si todavía respiraba.

La contemplé como un padre contempla a su hija recién nacida, como un abuelo consiente a su nieta primeriza. Fue realmente espectacular ver cómo era capaz de ser tan resuelta, de tener tanto estilo, de ser apañada, dulce y cortés a la vez.

-         - Puñetera Naira, ¿cómo tendrá esos pies tan diminutos? Es graciosa, la cabrona.

Fuera ya era de noche, a lo lejos se empezaban a ver las luces de Ereván, pero yo prefería seguir mirando la suave respiración de Naira. 


domingo, 11 de septiembre de 2022

No tan deprisa


 Contra todo pronóstico, el mes de agosto estaba terminando. Era viernes, y los viernes de agosto ya se sabe, está prohibido dormir. 


Y en esas estaba, de fiesta, ligeramente pasado de alcohol y escuchando- "Tití me preguntó" por decimoquinta vez en esa noche.


Como ya sabéis, la suma exagerada de alcohol y falta de luz, reduce a la mayoría de personas a lo más básico, a lo instintivo, a lo animal. 


Hay gente que folla en la playa, gente que se mea encima y gente que se pelea dando ladridos. Evidentemente yo no era mejor que esa gente, ni tampoco una excepción, pero esa noche no estaba por la labor.


Por desgracia o por fortuna, el alcohol me produce unas lagunas que hacen que olvide el 70% del tiempo que paso de fiesta.  


Y estaba cansado de recordar cada mañana que no recordaba nada. Así que esa noche decidí que iba a ser más comedido. Bastaba con rechazar los 7 chupitos de licor café que cada noche mi nutrido grupo de amigos insistían en meterse entre pecho y espalda. 


-Tío, son las últimas noches de verano, que más te da

-Estoy bebiendo igual que tú, y mañana es sábado, dejo los chupitos para mañana

-Bueno


Soy extremadamente fácil de convencer si la idea es mala, y esta era malísima, pero por suerte no insistieron mucho, así que pude quedarme un rato tranquilo junto a mi cerveza 1906.


-Acompáñame a fumar, no me rechazarás también un cigarro ¿no?

-Eres un hijo de puta


Realmente no me gusta fumar, y además, tampoco se. Pero es cierto que estando de fiesta y mezclándolo con alcohol, me produce un leve mareo que hace que potencie los efectos de todo lo que he bebido hasta ese momento. 


Mientras hacía el ridículo apurando el cigarro, un amigo en forma de Celestino, se cruzó en mi camino


-¿Sabes, tío? tengo una amiga muy guapa, quiere que te la presente 

-Sea guapa o no, si eres tú el que me la presenta, me casaré con ella


Me encanta decir chorradas, tengo unos reflejos rapidísimos para ello


-Genial, es esa chica de allí

-¿La de oscuro con el colgantito color plata? 

-Si


Estaba a unos 10 metros, me miraba desde lejos con unos enormes ojos verdes y, francamente, tampoco parecía muy contenta de verme.


-¿Seguro que es esa de ahí? no la he visto en mi vida

-Pues vive aquí


Noté que el cigarro que acababa de fumar empezaba a producirme el efecto que buscaba, así que me dirigí hacia ella. Pensé en lo ridículo que me sentía mientras me iba acercando sin saber bien que decir (¿Qué se dice realmente en estas situaciones?)  




-Eh, hola, me ha dicho mi amigo que...

-Si, ¿luego vas a seguir de fiesta en la discoteca?

-Si, claro

-Toma mi instagram, luego nos vemos

-De acuerdo


Tras esto, se dejó perder entre la gente, con la seguridad de que yo la seguía con la mirada hasta verla desaparecer.


Tenía unos labios gruesos y un acento dulcísimo que contrastaba con su gesto directo, casi hasta duro, esa actitud la dotaba de una sensualidad que ella sabía, era condenadamente guapa. 


Pensé que era hora de cambiar la cerveza por el ron, y los cigarros comenzaron a multiplicarse. No se exactamente cuanto tiempo pasó hasta que mis ebrios amigos y yo acudimos a la discoteca, evidentemente, yo estaba deseando.  


Había muchísima gente, sonaba por decimosexta vez "Tití me preguntó" y yo quería responder a Tití. Era imposible encontrar a nadie allí dentro, pero me lo tomé con calma, aún era pronto, así que salí a la terraza a fumarme el enésimo cigarro con el fumador de turno, pero tuvo sus consecuencias:


-Tío, tengo la boca sequísima

-¿Quieres un poco de mi cubata?

-No, necesito algo más suave, quizá una cerveza

-Pues ve por ella, mamón


Estaba esperando a que me atendiesen en la barra, cuando de pronto, bajando las escaleras, ella hizo su entrada triunfal. No podía ser de otra forma, hubiese sido muy fácil verla entre el mogollón de la gente, o verla en la cola de la discoteca, pero con esa cara, ella no podía aspirar a menos que a descender de las alturas, de la discoteca, del cielo, o de lo que hostias sea.


-Salgamos a hablar

-Joder, salgamos


   



Nos sentamos algo apartados del resto de la gente, de pronto sentí que tenía la boca muy seca y la lengua tan áspera como la de un gato. En un estado normal, hubiera reaccionado explicándole la situación y yendo dentro a beber agua, cerveza, o lo que fuera, pero sin embargo, todo lo que hice fue taparme la boca. Me negaba a besarla en unas condiciones tan lamentables.

Lógicamente esto la desconcertó, ¿Con que clase de subnormal estaba hablando esta chica?

De pronto, un borracho espontáneo que llevaba un rato observándonos entró en escena

-Joder, ¿pero cuándo os vais a besar? ¿No os habéis besado todavía? Sois guapísimos los dos

-Vaya, gracias, si, estábamos en ello (dije con una medio sonrisa)

-Venga, es que tenéis que hacerlo, ¡miraos que guapos!

Era como si aquel hombre quisiera que nos besáramos delante de él, no sabía si era un cumplido, una petición, un ruego, o una orden. Por suerte, al igual que en toda la noche, ella llevó la iniciativa.

-Mira, vamos a tomarnos una cerveza dentro y después salimos

-Que cabecita tienes


La cerveza hizo que al fin volviese a tener saliva, me sentía mucho mejor. Finalmente, me quité la mano de la boca, dije cuatro chorradas y nos besamos. 

El beso hizo que se me soltara la lengua, hablamos de todo con más tranquilidad, y claro, quería preguntarle una cosa


-Oye, ¿Qué has pensado de que tuviese la mano en la boca todo este tiempo?

-Realmente pensaba que quizá te cantaba el aliento o que tenías un diente torcido, yo que sé

Tras esta confesión tan jodida, el portero de la discoteca empezó a comentar a la gente que podía ir desalojando, eran las 6 y media de la madrugada. 

Nos quedamos sentados en un banco al lado del mar. Empezó a amanecer, el cielo se desangraba en nubes color rosa. A lo lejos había otra pareja comiéndose a besos, nos recordó que a esas horas no hay más que hablar. Al cabo de un rato preguntó:  

-¿Cuándo te vas?

-El lunes que viene


Noté un pequeño gesto de decepción en su mirada, que quizá llevase implícito una ligera pena por tan pronta partida, que quizá iba a estornudar, o que quizá tras tantas horas de fiesta nuestras caras se habían convertido en las de unos Superjunkies.

-Me voy, pero vuelvo muy pronto, si quieres cuando vuelva, te aviso

-Pues me encantaría, así que avísame y nos vemos.

Ya era de día, el verano había empezado justo a tiempo para terminar.  

 




















jueves, 9 de junio de 2022

Flechazo

 





Corría el año 2018, eran las fiestas del pueblo de al lado, hacía mucho calor y la noche parecía que no iba a llegar nunca, así que mientras llegaba, un amigo y yo, fuimos a un zulo que teníamos alquilado con el fin de perjudicar nuestra salud física a costa de mejorar la salud mental.

Así que ahí estábamos, a las 20:00 bebiendo cerveza a la luz del Fifa 15.

-        -  El que gane este partido gana todas

-        -  El que gane este partido gana todas y además esta noche folla

-         - Bueno, vale

No recuerdo quien de los 2 ganó el partido, ya que repetíamos predicciones así absolutamente todas las semanas antes de salir de fiesta. Por absurdo que pueda parecer, el Fifa 15 era nuestro baremo de moral y bola de cristal para averiguar lo que estaba por llegar, quizá nunca acertaba, pero nosotros le teníamos una fe ciega, y si acertaba una única vez, valía por las 100 que fallaba.

-          -¿Tío, como vamos a llegar hasta allí? Nadie quiere llevar el coche porque nadie quiere dejar de beber

-          -Tendremos que pillar el bus, mi príncipe

-          -Bueno, tú que has ido tantas veces, sabrás que bus es ¿no?

-         - Dudo entre el 1 o el 2, pero estoy casi seguro de que es el 2

Era el 1. Por suerte nos habían dado las 23:00 de la noche bebiendo cerveza y ambos notábamos una exaltación de la amistad tan grande que ninguna equivocación de autobús conseguiría echar por tierra.

El bus nos había dejado a unos 2 kilómetros de las fiestas, pero nos vino hasta bien, hacia calor y aprovechamos para seguir bebiendo todo el camino, esta vez calimocho.

-          -Quizá después de verano deberíamos apuntarnos a boxeo, dicen que los deportes de contacto ensanchan y fortalecen

-          -No es mala idea, siempre he sido un gran admirador de Rocky Balboa

-         - Seguro que convencemos a alguien más, además, cada vez hay más gentuza, hay que saber defenderse

No le faltaba razón al bueno de mi amigo, de cualquier modo, ya entrábamos en la fase en la que no se debe tener demasiado en cuenta las cosas que se dicen.

Finalmente recorrimos los 2km de distancia que había hasta la fiesta, llenos de moral, amor, ilusión y alcohol a partes iguales.

Ya era tarde para acudir al botellón, pero pronto para ir a la verbena, así que decidimos beber lo poco que nos quedaba tranquilamente en un banco.

-      -    Ey, mira a esa ¿esta chica no va a nuestro gimnasio?

-        -  Oh si, es ella, pero nunca saluda, es terriblemente pasmada

Esta vez sí que saludó, habría bebido todavía más que nosotros. De golpe sabía hablar, sabía gesticular, sabía hasta ser simpática, iba rodeada de un grupo de amigas.

 

De pronto, una de ellas (la más guapa) decidió asaltar nuestra bolsa de hielos sin permiso alguno, no podía permitirlo.

-          - ¿Qué haces? ¿Cómo se piden las cosas?

-          -Ay, tío, que borde ¿no me vas a dar uno?

-          - Una hostia te voy a dar, coge los que quieras

Por unos momentos se quedó aturdida mirándome, no sabía si no le quería dar hielos, si le quería dar hielos, o si le quería dar un guantazo. Honestamente, en el estado en el que iba, no lo tenía claro ni yo.

-Que cojas los hielos que quieras, mamona.

-Ah, bueno

Es cierto que el insulto siempre me ha parecido una forma de camaradería, un cortahielos, una muestra incluso de respeto por el prójimo, pero obviamente no todo el mundo sigue este patrón de comportamiento. Yo en cambio, cuanto más te insulto, más te aprecio.

A esta chica aún no la podía apreciar, la acababa de conocer, pero me había dado ternura ver en sus ojos el temor y la duda a un posible fracaso en su intención de conseguir hielos, de ahí que la llamase “mamona”.

Finalmente cogió un par de hielos y tanto ella como el resto de sus amigas (incluida nuestra amiga la del gimnasio, que había aprendido a hablar recientemente) decidieron ir a la verbena con el resto de gente.

-         - Bueno tío, vamos a la música, aquí ya no queda nadie

-        -  Vámonos, mi dulce Lord.

Estaba todo el mundo allí: Amigos del colegio, amigos del fútbol, familiares, exnovias, novias, tatarabuelos… todos.

Hicimos panda con un mezcla de todos ellos, espoleados por la música y el alcohol decidimos ir a beber más, esta vez cerveza.

 Es curioso, pero tras llevar unas 5 horas bebiendo alcohol de todo tipo, mirábamos aterrorizados a todo aquel que bebía copas con Ron, Güisqui o Ginebra…

-Tío, no saben el daño que el destilado hace a sus cuerpos

-Es absolutamente trágico, por cierto, necesito ir a mear, no te muevas de aquí

-Dabuten

Mientras me dirigía a una cuesta llena de vegetación para cambiar el agua al canario, me daba cuenta de que llevaba horas sin vaciar la vejiga, yo tenía la vejiga más grande de todos los tiempos, y aún así no era capaz de mear con alguien cerca. Padezco lo que popularmente se denomina “vejiga tímida” así que aún tuve que recorrer algo de distancia hasta que me vi bien aislado.

Una vez bien ubicado, inicié mi habitual ritual de concentración que practicaba cada vez que necesitaba orinar borracho. Consistía en imitar a Cristiano Ronaldo antes de un lanzamiento de falta. Daba 4 pasitos hacia atrás, separaba ligeramente las piernas, inspiraba profundamente y… ¡voilá! Golazo por la escuadra.

-En Madeira saben cosas que aquí no (me repetía convencido en voz alta)

Pero cuando estaba a punto de terminar, noté que algo se movía entre la vegetación que generosamente estaba regando, traté de enfocar la vista todo lo que pude aún con la regadera en mis manos

-OH CRISTO, LA HOSTIA

Acababa de darme cuenta de que llevaba unos 10 segundos meando a una pareja que se lo estaba haciendo tras las plantas y que debía estar drogada, borracha o muerta de miedo ante el numerito que estaban presenciando. Salí corriendo aterrorizado hasta el punto donde me esperaba mi amigo.

-TÍO, VÁMONOS DE AQUÍ, ACABO DE MEAR A UNA PAREJA DE TORTOLITOS

- ¡JAJAJAJ PERO QUE DICES!

-CORRE, CABRONAZO, IMAGINA QUE LLAMAN A LA POLI

Por algún motivo (probablemente fruto del alcohol) estaba convencido de que en cualquier momento la policía iba a venir a por mi y me iba a detener.

-Bebe esto, anda, aún tienes tu cerveza entera -me dijo mi amigo-

Mientras bebía del vaso, notaba como me temblaba el pulso, no ya por el miedo que había pasado, sino por el carrerón que me había pegado cuesta arriba.

Estaba tan agitado, que no podía dejar de mirar a todo el mundo con miedo a que se enterasen de mi riego y fuese linchado por la parejita y los amigos de la parejita.

Cuando quise darme cuenta, quedé suspendido en el aire.

Debí coordinar mal la actividad de caminar, con mirar el vaso, con mirar a todo el mundo, con respirar y tropecé con mis propios pies.

-        -  ¡¡AJFHUHE!!

Acerté a decir al aterrizar al suelo.

De pronto mi colega, con una expresión entre asombro, risa y repugnancia hizo su particular parte de la situación:

-         - Menudo hostiazo te has pegado de cara, y no se te ha caído ni gota de cerveza, es acojonante, eres una especie de monstruo sagrado.  

Realmente lo era, mi suerte empezaba a cambiar, al levantarme del suelo supe que la policía ya no podría venir a por alguien que acabase de realizar una actuación tan memorable, celebré eufórico tamaña gesta haciendo un bailecito con el que conseguí tirar entera la cerveza que con tanto sacrificio había conseguido salvar unos segundos antes.

En ese momento y sujetando el vaso ya vacío de cerveza miré a los ojos fijamente a mi amigo, él me devolvió la mirada sabiendo que estaba en estado de gracia y que en ese momento ya nada podría pararme, e imitando lo mejor que pude la voz de Rocky Balboa le confesé:

 

-     -     Tío, no te lo vas a creer, pero cabías en la palma de mi mano, te levantaba, y le decía a tu madre “este va a ser el mejor chico del mundo”

-        -  Se acabó. Volvamos a la fiesta con el resto, subnormal

A partir de aquí no recuerdo bien las 2-3 horas siguientes, sólo recuerdo sonrisas, música y alegría. Por lo visto mi inseparable amigo fue a ver a su novia un ratito y me dejó bajo custodia de otros colegas, había uno de ellos con la mirada especialmente perdida que parecía cuidar del alcohol de todos.

-        -  Ey tío ¿qué pasa? ¿Toda esa bebida es tuya?

-        -  Ey tío

-         - ¿Estás bien? Te digo que si toda esta bebida es tuya

-          -No no, es de todos, también es tuya

-          -Oh, cojonudo, esta de aquí por ejemplo ¿es mía?

-         - Si

-          -¿Y esta?

-          -También

No supe si estaba hablando con un genio o un retrasado mental, por algún motivo este chico tardaba en responder mucho a los estímulos. No me miraba a la cara, no miraba a nadie a la cara, de pronto me di cuenta de que el destino me había dado una señal. Dios, Sabina o quien fuese, querían que esa noche aún bebiese más alcohol. Después de todo ¿quién soy yo para quitarle la razón a un chaval que aseguraba que todo eso era mío?

Bebí mucho, normalmente suelo beber lo suficiente como para sentirme bien y que luego pasen unas cuantas horas hasta volver a casa para estar fresco, pero esa noche no seguí mi modus operandi habitual.

Cuando quise darme cuenta, estaba de vuelta con mi amigo en unas casetas blancas, todo el mundo parecía estar encantado de verme, y yo estaba encantado de ver a todo el mundo, estar vivo era increíble, y no sentía más que admiración y cariño por todos los seres de la creación.

-Tío, yo creo que esa chica quiere contigo, es la de antes, la robahielos -Sentenció mi colega-

-Santo Dios, es el ser más fascinante que haya visto nunca.

Reconozco que unas horas antes y con unos cuantos litros de alcohol menos ya me pareció cleptómanamente guapa, pero ahora había ascendido a una iluminación divina, de otra dimensión, un ser superior, era melódica, muy bien proporcionada, con unos ojos vivos y una boca hecha a medida.

No había duda: El Fifa 15, Los hielos robados, ver a una pareja entre matorrales, beber más de la cuenta por obra y gracia del Genio/retrasado mental de antes… todo eran señales que desembocaban en esta chica.

Entre ella y yo había unos 10 metros, por medio había mucha gente, pero no podía fallar, esperé la señal de cruzar su mirada con la mía como el que espera un lanzamiento de penalti en el 90. Iba a ser todo o nada, pero yo sabía que no podía fallar, no esa noche, todos los astros estaban conmigo.

De pronto me miró, la miré, y empecé a caminar hacia delante como si fuese Naomi Campbell en una pasarela, como si fuese Zac Efron cantando ”Breaking free”, como si fuese Maradona escuchando el himno de Argentina contra Inglaterra, caminé y caminé, y ahí la tenía.

 

-Soy el Dios de ébano, soy Zac Efron y soy Maradona y tú ahora vas a ser mi pasarela, mi Vanessa Hudgens y mi “Mano de Dios”

- ¿Qué?

Probablemente no fue el mejor inicio, pero no importa, ella se descojonaba que era lo más importante, había pasado la primera toma de contacto (la más ridícula) y por tanto ya me otorgaba un filtro de confianza como para pasar a la siguiente fase.

 A continuación, me dispuse a hacer la prueba del algodón (no engaña), consistía en lo siguiente:

Tomaba una distancia prudencial hacia ella, lo suficientemente cerca como para que no fuese lo normal, pero lo suficientemente lejos como para que no resultase violento, la recogía el pelo detrás de las orejas, y la miraba un par de veces a su coqueta boca diseñada por Ágatha Ruiz de la Prada.

Tras todo esto, ella podría no inmutarse o hacer algún gesto que denotase incomodidad, dependiendo de lo que sucediese, seguías adelante o no.

Esta teoría es sencilla de realizar en un estado cognitivo normal. Lastimosamente después de 6 horas de fiesta y yendo más ciego que un irlandés, resultó lo siguiente:

Calculé mal la distancia y me puse bastante lejos de ella, al querer retirarle el pelo tras las orejas (teniendo que estirar el brazo del todo por la lejanía) le metí el dedo en la nariz, pero por suerte sí que pude mirarle a la boca y finalmente nos besamos.

Quizá me besó más porque terminase con mi lamentable actuación que por atracción, pero yo estaba dispuesto a demostrarle que aún podía decepcionarla más.

-Vivo a 15 minutos de aquí ¿Quieres venir conmigo?

-Venga, genial, además yo también vivo cerca, así puedo irme después

-Tranqui, después yo te acompaño hasta tu casa

 

Tras despedir brevemente a mi amigo y compañero de toda la noche, inicié la peregrinación hasta casa con mi nueva y en ese momento inseparable mujer de mi vida. Porque una cosa es cierta, y es que cuando está amaneciendo el día tras una noche de verano, y a tu lado tienes a una desconocida igual de borracha que tú, en ese momento sientes una suerte de complicidad única, sientes que puedes confiarlo todo a alguien que no conoces de nada… En esas estaba yo filosofando cuando de golpe:

- Jo, tengo muchísimo hambre

- No te preocupes mi amor, en cuanto lleguemos a casa hago unas pizzas

- Ostras, genial

Teníamos una diferencia de edad de 3 años, pero en ese paseo de vuelta a casa me sentí mucho más mayor, siempre he tenido un instinto paternal latente que en ese momento afloró y que me obligaba a decirle lo que le iba a decir:

-          -¿Sabes? Yo estoy encantado de que vengas conmigo a casa, pero no deberías hacer esto, imagina que fuese un psicópata o un perturbado

-          -Ay, Dios, pero no lo eres ¿no?

-          -Pensé que ya te habrías dado cuenta de que si

 

Realmente no sé si tendría que haber dicho eso, lo único que iba a conseguir ya a esas alturas era que no se sintiera bien, pero por algún motivo pensé que si el día de mañana ella iba a repetir algo así con alguien, que al menos se asegurase mínimamente de que el chaval estaba como mucho tan mal de la cabeza como yo. Clausuré la conversación con un piquito.

-Espero que te gusten las pizzas raras, en casa mi padre solo compra pizzas con espinacas, pasas y demás horteradas…

- Pero ¿qué dices? Si están buenísimas las espinacas

- Te vas a poner fuerte como Popeye, mi amor

Al llegar a casa era completamente de día, ella inspeccionaba con los ojos bien abiertos cada metro, parecía estar buscando algo. Era cómico de ver, sus movimientos eran pausados y exagerados, hubiese sido una gran mimo.

- Oye, pues que casa más chula tienes, majo, además vivimos al lado

- Hemos nacido el uno para el otro, ya te lo he dicho. Bueno, voy a meter esta pizza en el horno.

Se le iluminó la cara al ver como introducía la pizza en el horno, ella no podía ser más transparente, todo lo decía sin necesidad de hablar.

-          -Bueno, te falta una habitación por conocer ¿no?

-         - Estoy esperando a que me la enseñes tú

Allí fui, tras unas 8 horas de fiesta y estar pateando toda la noche, me encomendé a Dios, a Alá y a Mahoma. Traté de desempeñarme como buenamente pude, recuerdo poco, recuerdo tener que parar varias veces para ir a por agua para los dos, recuerdo estar totalmente exhausto y recuerdo que caímos dormidos.

No se cuantas horas pasaron hasta que me despertó mi angelical compañera de cama

-          -Oye, por favor, dime donde está el baño

-          -Pues claro, lo tienes al fondo a la derecha

-          -Gracias

Corrió desnuda como un jilguero, pobre, realmente era adorable, y tenía un culo para quedarse a vivir. Mientras se lo estaba mirando, enloquecí.

-        -  ¡¡¡¡EL HORNO, LA PIZZA!!!!

Salí corriendo, no toqué el suelo, corría hasta con los brazos.

La pizza estaba absolutamente calcinada, pero milagrosamente el horno estaba apagado.

-       -   ¿Lo has apagado tú? Mira que te pido matrimonio ya

-         - Yo no me he movido de la cama

-        -  Ostras, pues yo tampoco

A día de hoy sigue bien sin saberse como pudo apagarse el horno. Quizá lo hice yo en una de mis visitas a la cocina para reponer agua, quizá lo hizo ella y no se acordaba, o quizá realmente hubo una intervención divina.

-        -  No me hubiese importado morir en llamas tras una noche como esta, nena.

-        -  Pero, y entonces, ¿Ya no hay pizza?

Podríamos haber muerto abrasados y ella estaba triste por la pizza, inconsciente, pero conmovedor, tenía una habilidad para levantar ternura en mí.

-        -  No voy a dejar que pases hambre, ahora mismo meto otra, yo te cuido.

-        -  Ya es muy tarde, casi la hora de comer, será mejor que me acompañes a casa

-         - Pues claro, carita guapa

-         - Dame tu Instagram o algo ¿no?

-          -No tengo Instagram

-         - ¿En serio tras toda esta noche no me vas a dar ni tu Instagram?

-          -Que te prometo que no tengo, toma, te doy mi Whatsapp

-          -Bueno, vale

Al salir a la calle hacía treinta y tantos grados… pero me daba igual, estaba exultante. Subimos ligeramente una cuesta y me dijo

-Ya no me acompañes más, vivo justo ahí, y les he dicho a mis padres que he ido a dormir con una amiga

- Claro, como quieras

Nos dimos un beso y se fue casi a trote, observé por última vez su respingón culo y me dirigí de vuelta al hogar.

Al llegar a casa vi que se había olvidado los pendientes

Los puse entre mis manos, me tumbé en la cama, y la escribí:

-Se te ha olvidado esto, quizá debamos volver a vernos.