Corría el año 2018, eran las fiestas del pueblo de al lado,
hacía mucho calor y la noche parecía que no iba a llegar nunca, así que
mientras llegaba, un amigo y yo, fuimos a un zulo que teníamos alquilado con el
fin de perjudicar nuestra salud física a costa de mejorar la salud mental.
Así que ahí estábamos, a las 20:00 bebiendo cerveza a la luz
del Fifa 15.
- - El que gane este partido gana todas
- - El que gane este partido gana todas y además
esta noche folla
- - Bueno, vale
No recuerdo quien de los 2 ganó el partido, ya que
repetíamos predicciones así absolutamente todas las semanas antes de salir de
fiesta. Por absurdo que pueda parecer, el Fifa 15 era nuestro baremo de moral y
bola de cristal para averiguar lo que estaba por llegar, quizá nunca acertaba,
pero nosotros le teníamos una fe ciega, y si acertaba una única vez, valía por
las 100 que fallaba.
- -¿Tío, como vamos a llegar hasta allí? Nadie
quiere llevar el coche porque nadie quiere dejar de beber
- -Tendremos que pillar el bus, mi príncipe
- -Bueno, tú que has ido tantas veces, sabrás que
bus es ¿no?
- - Dudo entre el 1 o el 2, pero estoy casi seguro
de que es el 2
Era el 1. Por suerte nos habían dado las 23:00 de la noche
bebiendo cerveza y ambos notábamos una exaltación de la amistad tan grande que
ninguna equivocación de autobús conseguiría echar por tierra.
El bus nos había dejado a unos 2 kilómetros de las fiestas,
pero nos vino hasta bien, hacia calor y aprovechamos para seguir bebiendo todo
el camino, esta vez calimocho.
- -Quizá después de verano deberíamos apuntarnos a
boxeo, dicen que los deportes de contacto ensanchan y fortalecen
- -No es mala idea, siempre he sido un gran
admirador de Rocky Balboa
- - Seguro que convencemos a alguien más, además,
cada vez hay más gentuza, hay que saber defenderse
No le faltaba razón al bueno de mi amigo, de cualquier modo,
ya entrábamos en la fase en la que no se debe tener demasiado en cuenta las
cosas que se dicen.
Finalmente recorrimos los 2km de distancia que había hasta
la fiesta, llenos de moral, amor, ilusión y alcohol a partes iguales.
Ya era tarde para acudir al botellón, pero pronto para ir a
la verbena, así que decidimos beber lo poco que nos quedaba tranquilamente en
un banco.
- - Ey, mira a esa ¿esta chica no va a nuestro
gimnasio?
- - Oh si, es ella, pero nunca saluda, es
terriblemente pasmada
Esta vez sí que saludó, habría bebido todavía más que
nosotros. De golpe sabía hablar, sabía gesticular, sabía hasta ser simpática,
iba rodeada de un grupo de amigas.
De pronto, una de ellas (la más guapa) decidió asaltar
nuestra bolsa de hielos sin permiso alguno, no podía permitirlo.
- - ¿Qué haces? ¿Cómo se piden las cosas?
- -Ay, tío, que borde ¿no me vas a dar uno?
- - Una hostia te voy a dar, coge los que quieras
Por unos momentos se quedó
aturdida mirándome, no sabía si no le quería dar hielos, si le quería dar
hielos, o si le quería dar un guantazo. Honestamente, en el estado en el que
iba, no lo tenía claro ni yo.
-Que cojas los hielos que
quieras, mamona.
-Ah, bueno
Es cierto que el insulto siempre
me ha parecido una forma de camaradería, un cortahielos, una muestra incluso de
respeto por el prójimo, pero obviamente no todo el mundo sigue este patrón de
comportamiento. Yo en cambio, cuanto más te insulto, más te aprecio.
A esta chica aún no la podía
apreciar, la acababa de conocer, pero me había dado ternura ver en sus ojos el
temor y la duda a un posible fracaso en su intención de conseguir hielos, de
ahí que la llamase “mamona”.
Finalmente cogió un par de hielos
y tanto ella como el resto de sus amigas (incluida nuestra amiga la del
gimnasio, que había aprendido a hablar recientemente) decidieron ir a la
verbena con el resto de gente.
- - Bueno tío, vamos a la música, aquí ya no queda
nadie
- - Vámonos, mi dulce Lord.
Estaba todo el mundo allí: Amigos del colegio, amigos del
fútbol, familiares, exnovias, novias, tatarabuelos… todos.
Hicimos panda con un mezcla de todos ellos, espoleados por la
música y el alcohol decidimos ir a beber más, esta vez cerveza.
Es curioso, pero tras
llevar unas 5 horas bebiendo alcohol de todo tipo, mirábamos aterrorizados a
todo aquel que bebía copas con Ron, Güisqui o Ginebra…
-Tío, no saben el daño que el destilado hace a sus cuerpos
-Es absolutamente trágico, por cierto, necesito ir a mear,
no te muevas de aquí
-Dabuten
Mientras me dirigía a una cuesta llena de vegetación para
cambiar el agua al canario, me daba cuenta de que llevaba horas sin vaciar la
vejiga, yo tenía la vejiga más grande de todos los tiempos, y aún así no era
capaz de mear con alguien cerca. Padezco lo que popularmente se denomina
“vejiga tímida” así que aún tuve que recorrer algo de distancia hasta que me vi
bien aislado.
Una vez bien ubicado, inicié mi habitual ritual de
concentración que practicaba cada vez que necesitaba orinar borracho. Consistía
en imitar a Cristiano Ronaldo antes de un lanzamiento de falta. Daba 4 pasitos
hacia atrás, separaba ligeramente las piernas, inspiraba profundamente y…
¡voilá! Golazo por la escuadra.
-En Madeira saben cosas que aquí no (me repetía convencido
en voz alta)
Pero cuando estaba a punto de terminar, noté que algo se
movía entre la vegetación que generosamente estaba regando, traté de enfocar la
vista todo lo que pude aún con la regadera en mis manos
-OH CRISTO, LA HOSTIA
Acababa de darme cuenta de que llevaba unos 10 segundos
meando a una pareja que se lo estaba haciendo tras las plantas y que debía
estar drogada, borracha o muerta de miedo ante el numerito que estaban
presenciando. Salí corriendo aterrorizado hasta el punto donde me esperaba mi
amigo.
-TÍO, VÁMONOS DE AQUÍ, ACABO DE MEAR A UNA PAREJA DE
TORTOLITOS
- ¡JAJAJAJ PERO QUE DICES!
-CORRE, CABRONAZO, IMAGINA QUE LLAMAN A LA POLI
Por algún motivo (probablemente fruto del alcohol) estaba
convencido de que en cualquier momento la policía iba a venir a por mi y me iba
a detener.
-Bebe esto, anda, aún tienes tu cerveza entera -me dijo mi
amigo-
Mientras bebía del vaso, notaba como me temblaba el pulso,
no ya por el miedo que había pasado, sino por el carrerón que me había pegado
cuesta arriba.
Estaba tan agitado, que no podía dejar de mirar a todo el
mundo con miedo a que se enterasen de mi riego y fuese linchado por la parejita
y los amigos de la parejita.
Cuando quise darme cuenta, quedé suspendido en el aire.
Debí coordinar mal la actividad de caminar, con mirar el
vaso, con mirar a todo el mundo, con respirar y tropecé con mis propios pies.
- - ¡¡AJFHUHE!!
Acerté a decir al aterrizar al suelo.
De pronto mi colega, con una expresión entre asombro, risa y
repugnancia hizo su particular parte de la situación:
- - Menudo hostiazo te has pegado de cara, y no se
te ha caído ni gota de cerveza, es acojonante, eres una especie de monstruo
sagrado.
Realmente lo era, mi suerte empezaba a cambiar, al
levantarme del suelo supe que la policía ya no podría venir a por alguien que
acabase de realizar una actuación tan memorable, celebré eufórico tamaña gesta
haciendo un bailecito con el que conseguí tirar entera la cerveza que con tanto
sacrificio había conseguido salvar unos segundos antes.
En ese momento y sujetando el vaso ya vacío de cerveza miré
a los ojos fijamente a mi amigo, él me devolvió la mirada sabiendo que estaba
en estado de gracia y que en ese momento ya nada podría pararme, e imitando lo
mejor que pude la voz de Rocky Balboa le confesé:
- - Tío, no te lo vas a creer, pero cabías en la
palma de mi mano, te levantaba, y le decía a tu madre “este va a ser el mejor
chico del mundo”
- - Se acabó. Volvamos a la fiesta con el resto,
subnormal
A partir de aquí no recuerdo bien las 2-3 horas siguientes,
sólo recuerdo sonrisas, música y alegría. Por lo visto mi inseparable amigo fue
a ver a su novia un ratito y me dejó bajo custodia de otros colegas, había uno
de ellos con la mirada especialmente perdida que parecía cuidar del alcohol de
todos.
- - Ey tío ¿qué pasa? ¿Toda esa bebida es tuya?
- - Ey tío
- - ¿Estás bien? Te digo que si toda esta bebida es
tuya
- -No no, es de todos, también es tuya
- -Oh, cojonudo, esta de aquí por ejemplo ¿es mía?
- - Si
- -¿Y esta?
- -También
No supe si estaba hablando con un genio o un retrasado
mental, por algún motivo este chico tardaba en responder mucho a los estímulos.
No me miraba a la cara, no miraba a nadie a la cara, de pronto me di cuenta de
que el destino me había dado una señal. Dios, Sabina o quien fuese, querían que
esa noche aún bebiese más alcohol. Después de todo ¿quién soy yo para quitarle
la razón a un chaval que aseguraba que todo eso era mío?
Bebí mucho, normalmente suelo beber lo suficiente como para
sentirme bien y que luego pasen unas cuantas horas hasta volver a casa para
estar fresco, pero esa noche no seguí mi modus operandi habitual.
Cuando quise darme cuenta, estaba de vuelta con mi amigo en
unas casetas blancas, todo el mundo parecía estar encantado de verme, y yo
estaba encantado de ver a todo el mundo, estar vivo era increíble, y no sentía
más que admiración y cariño por todos los seres de la creación.
-Tío, yo creo que esa chica quiere contigo, es la de antes,
la robahielos -Sentenció mi colega-
-Santo Dios, es el ser más fascinante que haya visto nunca.
Reconozco que unas horas antes y con unos cuantos litros de
alcohol menos ya me pareció cleptómanamente guapa, pero ahora había ascendido a
una iluminación divina, de otra dimensión, un ser superior, era melódica, muy
bien proporcionada, con unos ojos vivos y una boca hecha a medida.
No había duda: El Fifa 15, Los hielos robados, ver a una
pareja entre matorrales, beber más de la cuenta por obra y gracia del
Genio/retrasado mental de antes… todo eran señales que desembocaban en esta
chica.
Entre ella y yo había unos 10 metros, por medio había mucha
gente, pero no podía fallar, esperé la señal de cruzar su mirada con la mía
como el que espera un lanzamiento de penalti en el 90. Iba a ser todo o nada,
pero yo sabía que no podía fallar, no esa noche, todos los astros estaban
conmigo.
De pronto me miró, la miré, y empecé a caminar hacia delante
como si fuese Naomi Campbell en una pasarela, como si fuese Zac Efron cantando
”Breaking free”, como si fuese Maradona escuchando el himno de Argentina contra
Inglaterra, caminé y caminé, y ahí la tenía.
-Soy el Dios de ébano, soy Zac Efron y soy Maradona y tú
ahora vas a ser mi pasarela, mi Vanessa Hudgens y mi “Mano de Dios”
- ¿Qué?
Probablemente no fue el mejor inicio, pero no importa, ella
se descojonaba que era lo más importante, había pasado la primera toma de
contacto (la más ridícula) y por tanto ya me otorgaba un filtro de confianza
como para pasar a la siguiente fase.
A continuación, me
dispuse a hacer la prueba del algodón (no engaña), consistía en lo siguiente:
Tomaba una distancia prudencial hacia ella, lo
suficientemente cerca como para que no fuese lo normal, pero lo suficientemente
lejos como para que no resultase violento, la recogía el pelo detrás de las
orejas, y la miraba un par de veces a su coqueta boca diseñada por Ágatha Ruiz
de la Prada.
Tras todo esto, ella podría no inmutarse o hacer algún gesto
que denotase incomodidad, dependiendo de lo que sucediese, seguías adelante o
no.
Esta teoría es sencilla de realizar en un estado cognitivo
normal. Lastimosamente después de 6 horas de fiesta y yendo más ciego que un
irlandés, resultó lo siguiente:
Calculé mal la distancia y me puse bastante lejos de ella,
al querer retirarle el pelo tras las orejas (teniendo que estirar el brazo del
todo por la lejanía) le metí el dedo en la nariz, pero por suerte sí que pude
mirarle a la boca y finalmente nos besamos.
Quizá me besó más porque terminase con mi lamentable
actuación que por atracción, pero yo estaba dispuesto a demostrarle que aún
podía decepcionarla más.
-Vivo a 15 minutos de aquí ¿Quieres venir conmigo?
-Venga, genial, además yo también vivo cerca, así puedo irme
después
-Tranqui, después yo te acompaño hasta tu casa
Tras despedir brevemente a mi amigo y compañero de toda la
noche, inicié la peregrinación hasta casa con mi nueva y en ese momento
inseparable mujer de mi vida. Porque una cosa es cierta, y es que cuando está
amaneciendo el día tras una noche de verano, y a tu lado tienes a una
desconocida igual de borracha que tú, en ese momento sientes una suerte de
complicidad única, sientes que puedes confiarlo todo a alguien que no conoces
de nada… En esas estaba yo filosofando cuando de golpe:
- Jo, tengo muchísimo hambre
- No te preocupes mi amor, en cuanto lleguemos a casa hago
unas pizzas
- Ostras, genial
Teníamos una diferencia de edad de 3 años, pero en ese paseo
de vuelta a casa me sentí mucho más mayor, siempre he tenido un instinto
paternal latente que en ese momento afloró y que me obligaba a decirle lo que
le iba a decir:
- -¿Sabes? Yo estoy encantado de que vengas conmigo
a casa, pero no deberías hacer esto, imagina que fuese un psicópata o un
perturbado
- -Ay, Dios, pero no lo eres ¿no?
- -Pensé que ya te habrías dado cuenta de que si
Realmente no sé si tendría que haber dicho eso, lo único que
iba a conseguir ya a esas alturas era que no se sintiera bien, pero por algún
motivo pensé que si el día de mañana ella iba a repetir algo así con alguien,
que al menos se asegurase mínimamente de que el chaval estaba como mucho tan
mal de la cabeza como yo. Clausuré la conversación con un piquito.
-Espero que te gusten las pizzas raras, en casa mi padre
solo compra pizzas con espinacas, pasas y demás horteradas…
- Pero ¿qué dices? Si están buenísimas las espinacas
- Te vas a poner fuerte como Popeye, mi amor
Al llegar a casa era completamente de día, ella
inspeccionaba con los ojos bien abiertos cada metro, parecía estar buscando
algo. Era cómico de ver, sus movimientos eran pausados y exagerados, hubiese
sido una gran mimo.
- Oye, pues que casa más chula tienes, majo, además vivimos
al lado
- Hemos nacido el uno para el otro, ya te lo he dicho.
Bueno, voy a meter esta pizza en el horno.
Se le iluminó la cara al ver como introducía la pizza en el
horno, ella no podía ser más transparente, todo lo decía sin necesidad de
hablar.
- -Bueno, te falta una habitación por conocer ¿no?
- - Estoy esperando a que me la enseñes tú
Allí fui, tras unas 8 horas de fiesta y estar pateando toda
la noche, me encomendé a Dios, a Alá y a Mahoma. Traté de desempeñarme como
buenamente pude, recuerdo poco, recuerdo tener que parar varias veces para ir a
por agua para los dos, recuerdo estar totalmente exhausto y recuerdo que caímos
dormidos.
No se cuantas horas pasaron hasta que me despertó mi
angelical compañera de cama
- -Oye, por favor, dime donde está el baño
- -Pues claro, lo tienes al fondo a la derecha
- -Gracias
Corrió desnuda como un jilguero, pobre, realmente era
adorable, y tenía un culo para quedarse a vivir. Mientras se lo estaba mirando,
enloquecí.
- - ¡¡¡¡EL HORNO, LA PIZZA!!!!
Salí corriendo, no toqué el suelo, corría hasta con los
brazos.
La pizza estaba absolutamente calcinada, pero milagrosamente
el horno estaba apagado.
- - ¿Lo has apagado tú? Mira que te pido matrimonio
ya
- - Yo no me he movido de la cama
- - Ostras, pues yo tampoco
A día de hoy sigue bien sin saberse como pudo apagarse el
horno. Quizá lo hice yo en una de mis visitas a la cocina para reponer agua,
quizá lo hizo ella y no se acordaba, o quizá realmente hubo una intervención
divina.
- - No me hubiese importado morir en llamas tras una
noche como esta, nena.
- - Pero, y entonces, ¿Ya no hay pizza?
Podríamos haber muerto abrasados y ella estaba triste por la
pizza, inconsciente, pero conmovedor, tenía una habilidad para levantar ternura
en mí.
- - No voy a dejar que pases hambre, ahora mismo
meto otra, yo te cuido.
- - Ya es muy tarde, casi la hora de comer, será
mejor que me acompañes a casa
- - Pues claro, carita guapa
- - Dame tu Instagram o algo ¿no?
- -No tengo Instagram
- - ¿En serio tras toda esta noche no me vas a dar
ni tu Instagram?
- -Que te prometo que no tengo, toma, te doy mi
Whatsapp
- -Bueno, vale
Al salir a la calle hacía treinta y tantos grados… pero me
daba igual, estaba exultante. Subimos ligeramente una cuesta y me dijo
-Ya no me acompañes más, vivo justo ahí, y les he dicho a
mis padres que he ido a dormir con una amiga
- Claro, como quieras
Nos dimos un beso y se fue casi a trote, observé por última
vez su respingón culo y me dirigí de vuelta al hogar.
Al llegar a casa vi que se había olvidado los pendientes
Los puse entre mis manos, me tumbé en la cama, y la escribí:
-Se te ha olvidado esto, quizá debamos volver a vernos.